Que las inversiones de la Junta de Extremadura son un caramelo envenenado no debería sorprender a nadie. Años de régimen autonómico extremeño demuestran que cuando se disponen a tocar algo en La Raya en la mayoría de ocasiones se trata más para desmontar, destruir o trasladar fuera de nuestras fronteras que para mejorar o potenciar lo existente.
Uno de los ejemplos más flagrantes es el del Castillo de Alburquerque, el que fuera motor turístico de la localidad y comarca vivía su día a día abierto al público y como albergue juvenil, todo un reclamo turístico del que todo el mundo podía sentirse orgulloso.
Desgraciadamente la Junta de Extremadura decidió que había que "potenciar" el Castillo de Luna, el proyecto una hospedería regional de cinco estrellas, que según las palabras del consejero de economía sería el catalizador del desarrollo turístico de Alburquerque y su entorno. Deberiamos preguntarnos ¿Acaso no lo era antes?
Pues sí, lo era, hoy por desgracia no lo es, la causa no es otra que el castillo de Alburquerque permanece cerrado desde hace cinco años, cinco años de consecuencias funestas para el empleo, turismo y el desarrollo de Alburquerque. No obstante si algo positivo podemos sacar de todo esto es que al menos, el brutal proyecto inicial Juntero extremeño que pretendía constuir torres de hormigón de 35 metros, perforar la muralla y otras barbaridades contra el patrimonio por el estilo, fue desechado gracias a la acción ciudadana.
Por tanto nos encontramos una vez más con las desgraciadas consecuencias que trae la acción autonómica sobre el patrimonio Rayano, total falta de respeto al patrimonio con proyectos que modifican de forma bestial el mismo, ausencia completa de las inversiones prometidas, y finalmente abandono eterno y situación peor a la que existía antes de que La Junta extremeña metiera sus zarpas en ello.
Una vez más en La Raya, cosas que pasan, o mejor dicho, cosas que nos pasan.
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